Cuéntanos algo sobre ti.
Tengo 41 años, estoy casada con el amor de mi vida, Bettina, y vivimos juntas en Ámsterdam con nuestros gatos, que básicamente son los que mandan en casa. Mi padre, que es moluqueño, fue mi primer ídolo en el mundo del fútbol. Me convertí en una de las pocas mujeres que lograron hacerse un hueco en el fútbol callejero, y no fue solo por técnica, sino por pasión, constancia y por creer de verdad en el poder transformador que puede tener el deporte en las personas.
¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con el fútbol?
Es con mi padre. Dominaba el balón como nadie, y él fue quien me enseñó mis primeros trucos. Yo, que no me separaba nunca de la pelota, me inspiraba en él y me empapaba de todo lo que hacía.
¿Cómo es un día de entrenamiento perfecto para ti?
Mi día empieza con un subidón. Salgo al balcón de casa en Ámsterdam, respiro hondo y me meto en un tanque de agua helada. A partir de ahí, es un no parar. Me pongo la ropa de deporte y salgo volando hacia Vondelgym. Entreno fuerza o boxeo con Reffel o Anne del Boxing Culture Club, dos entrenadores que me aprietan las tuercas y no se andan con rodeos. Si toca cardio, cambio los guantes por el manillar. Me encanta la sensación de volar libre con la bici de carreras junto al Amstel. Y cuando se acaba la jornada laboral, me bajo a la calle con el balón.
¿Cómo ha influido el fútbol en la persona que eres hoy?
Puedo decir con total certeza que el fútbol me ha convertido en la mujer que soy. Para mí, no es solo un deporte; es mi motor. Sin fútbol, no existiría Rocky. Me ha acompañado en cada etapa de mi vida. Me dio voz cuando aún no sabía expresarme. Es mi idioma universal, una forma de hablar de corazón con cualquier persona, en cualquier rincón del mundo. Y podría seguir porque, de verdad, es muchísimo más que un deporte.
¿A qué futbolistas admirabas de pequeña?
La verdad es que había muy pocas mujeres futbolistas a las que tomar como referentes. Pero hubo una que lo cambió todo para mí: Sissi. Se parecía a Ronaldo, con la cabeza rapada, con mucha seguridad en sí misma… y tenía una técnica alucinante. Cuando la vi jugar por primera vez, me quedé fascinada. Por fin veía a una mujer dominando el campo con estilo y alegría. Me dio la seguridad de que mi sitio también era el fútbol.
Fuiste la única mujer en Street Legends. ¿Cómo fue aquel proceso?
De pequeña, uno de mis ídolos era Edgar Davids, que formó parte del mítico Ajax del 95 y jugaba con ese puro estilo callejero. Tenía sus pósters en la pared de mi cuarto y soñaba con jugar con él algún día. ¡Y se hizo realidad! Yo estaba en uno de los torneos míticos de fútbol callejero, en el campo Edgar Davids de Ámsterdam Este, cuando él apareció y me retó a un duelo. Me quedé de piedra, pero acepté. Ese momento me abrió las puertas para unirme a Street Legends, el mejor equipo de fútbol callejero del mundo.